Calle El Mazucu, s/n
Tfn 985 92 57 38 Precio orientativo: 27€ Menú diario: 14€ |
Bar Parrila El Roxín
Corresponsal: Elbereth L. L. para Pepa Pink
3,5 - Comida estupenda. Local sencillo. |
LOCAL
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Acceso:
Escalones
Aparcamiento:
Gratuito
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Espacio:
Mediano (40p)
Porche |
Distribución:
Amplia
Iluminación:
Bona
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Mobiliario:
Sillas
Trona bebè |
Limpieza lavabo:
Buena
Secador de manos:
Papel
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Cambiador:
No
Extras:
No
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PERSONAL
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CARTA
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Vestuario:
Uniforme
|
Amabilidad:
Sí
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Eficacia:
Sí
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Presentación:
Clásica
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Vinos y cava:
De la Tierra
De otras tierres |
Otros:
Comida para llevar
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IDIOMAS
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Castellano
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Inglés
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Llegamos a este restaurante no sé cómo porque por aquellas alturas no hay ni internet ni nada. En una carretera de curvas y pendientes que va de Onís a Cabrales está el desvío para ir a El Mazuco, en plena Sierra del Cuera, ya pertenciente a Llanes. Es una zona de gran importancia natural, aún quedan bruitres leonados, azores, halcones peregrinos, alimoches y algún zorro y gato montés que viven entre encinas, robles y hayas. A los lobos los han liquidado y ya no queda ninguno.
El restaurante está en una casa, en calle principal del pueblo y justo al lado duermen las vacas que más tarde o más temprano caerán en las brasas del maestro parrillero.
Tienen un menú por 14 € pero si subes hasta allí lo mejor es comerse una chuleta (la cobran al peso a 29,50 € el kilo y se pide desde 600 g para arriba). El local es secillo, rústico, con una cristalera enorme desde la que se ven los Picos de Europa, parece que estés allá colgado. Si llegas tarde o sin reserva te tocará el salón sin vistas. Manteles de papel, cubiertos y vajilla sin lujos donde lo importante es la comida. La carta es un sencillo papel plastificado y los platos muy de cocina casera de la zona.
Es muy famosa la sopa de hígado de este sitio pero nos decidimos por pedir un clásico asturiano, el pastel de cabracho (gallina o escórpora según de dónde seas). Estaba bien y te ponen torraditas para que no falten, pero después del de xangurro vasco, pues me quedo con el vasco.
Luego fuimos a por el chuletón, hecho al punto o menos, y como era para dos pedimos un kilo largo (en la cuenta vimos que era 1,2 kg) Viene con patatas fritas (de las de verdad) y un pimiento de piquillo. La verdad es que estaba de muerte. Cuando lo pruebas ya ves que merece la pena haber subido hasta allí, aunque no haya internet. Claro, esto hace que no puedas pagar con tarjeta.
De postre hay otra lista de opciones caseras a unos precios que no se ven por Barcelona o Madrid. Pedí la tarta de queso y sabía más a cuajada que a queso. Me gustó bastante.
La cuenta super bien, unos 26 euros por por persona, claro que bebimos agua (un poco carilla a 3,40 la botella), que si ya es dificil llegar, volver cargados de vino debe ser un imposible.
Después de unos días, como aún seguíamos por Asturias, pues como que echábamos de menos esa chuleta y volvimos a por otra. Esta vez pedimos croquetas de jamón, caseras, caseras, muy buenas, con un punto fuertecillo de nuez moscada pero me gustaron. Repetimos chuletón y para postre arroz con leche super rico, casi como el de mi abuela. El precio más o menos igual ( he perdido el tiquet 😱)
Un sitio que recomiendo siempre y cuando te guste conducir por carreteras de montaña, lleves dinero en el bolsillo y de alcohol bebas poco o nada. Reserva junto a la ventana y disfruta de vistas mientras comes.
Tienen un menú por 14 € pero si subes hasta allí lo mejor es comerse una chuleta (la cobran al peso a 29,50 € el kilo y se pide desde 600 g para arriba). El local es secillo, rústico, con una cristalera enorme desde la que se ven los Picos de Europa, parece que estés allá colgado. Si llegas tarde o sin reserva te tocará el salón sin vistas. Manteles de papel, cubiertos y vajilla sin lujos donde lo importante es la comida. La carta es un sencillo papel plastificado y los platos muy de cocina casera de la zona.
Es muy famosa la sopa de hígado de este sitio pero nos decidimos por pedir un clásico asturiano, el pastel de cabracho (gallina o escórpora según de dónde seas). Estaba bien y te ponen torraditas para que no falten, pero después del de xangurro vasco, pues me quedo con el vasco.
Luego fuimos a por el chuletón, hecho al punto o menos, y como era para dos pedimos un kilo largo (en la cuenta vimos que era 1,2 kg) Viene con patatas fritas (de las de verdad) y un pimiento de piquillo. La verdad es que estaba de muerte. Cuando lo pruebas ya ves que merece la pena haber subido hasta allí, aunque no haya internet. Claro, esto hace que no puedas pagar con tarjeta.
De postre hay otra lista de opciones caseras a unos precios que no se ven por Barcelona o Madrid. Pedí la tarta de queso y sabía más a cuajada que a queso. Me gustó bastante.
La cuenta super bien, unos 26 euros por por persona, claro que bebimos agua (un poco carilla a 3,40 la botella), que si ya es dificil llegar, volver cargados de vino debe ser un imposible.
Después de unos días, como aún seguíamos por Asturias, pues como que echábamos de menos esa chuleta y volvimos a por otra. Esta vez pedimos croquetas de jamón, caseras, caseras, muy buenas, con un punto fuertecillo de nuez moscada pero me gustaron. Repetimos chuletón y para postre arroz con leche super rico, casi como el de mi abuela. El precio más o menos igual ( he perdido el tiquet 😱)
Un sitio que recomiendo siempre y cuando te guste conducir por carreteras de montaña, lleves dinero en el bolsillo y de alcohol bebas poco o nada. Reserva junto a la ventana y disfruta de vistas mientras comes.