Calle Dulce, 4
Tfn 675 31 38 38 Precio orientativo: 35 € |
El balcón del Dulce
3,5 - Comodidad, buenos productos, encanto. |
Cocina tradicional, productos castellanos, manchegos. Local muy acogedor, equipo joven, muy buena atención. Abierto en fines de semana. Precios correctos. Un 3,5 estrellas Pepa Pink.
LOCAL
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Acceso:
Accesible
Aparcamiento:
A la entrada del pueblo
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Espacio:
Mediano (40p)
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Distribución:
Amplia
Zona recibidor
Iluminación:
Buena
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Mobiliario:
Sillas
Sofá Trona bebé |
Limpieza lavabo:
Buena
Secador de manos:
Papel
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Cambiador:
Sí
Extras:
No
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PERSONAL
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CARTA
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Vestuario:
Uniforme
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Amabilidad:
Sí
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Eficacia:
Sí
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Presentación:
Clásica
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Vinos y cava:
De la Tierra
De otras tierres |
Otros:
Jornadas gastronómicas
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IDIOMAS
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Castellano
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La Cabrera está unbicada en el corazón del Parque Natural del barranco del río Dulce, es una población pequeña con una veintena de casas y justo al lado del río está el Restaurante El balcón del Dulce. Tiene un par de mesas en el porche de la entrada y en la parte trasera hay un jardín y un pequeño huerto que propociona algunas verduras a la cocina.
El espacio interior está dividido en dos zonas: una entrada con un sofá y una mesa alta donde puedes tomar una copa de vino mientras esperas la mesa, y la zona del comedor, amplio, con una chimenea en la esquina izquierda tiene un par de sillones que invitan a tomar una copa después de comer. Una parrilla a la derecha, después de de la barra, donde se elaboran carnes y pucheros contribuye a la calidez de la sala. Una variedad de mesas en formas y tamaño se distribuyen ampliamente para dar cabida a grupos o parejas manteniendo intimidad en cada mesa. Con el punto rústico y moderno, los manteles no existen más allá del plato y la madera es la gran protagonista de la decoración, mesas y barra de nogal, vigas de sabina, sillas de caoba, pino...
Intentamos reservar por teléfono pero la cobertura por el camino no era muy buena así que llegamos y tuvimos que esperar un ratito mientras tomamos una cerveza y un Ribera del Duero, primero en el porche exterior y luego en el sofá del pequeño salón de bienvenida.
La carta no es muy larga, con algún pescado, los platos principales son de carne, setas y pucheros hechos en el fuego de leña.
El espacio interior está dividido en dos zonas: una entrada con un sofá y una mesa alta donde puedes tomar una copa de vino mientras esperas la mesa, y la zona del comedor, amplio, con una chimenea en la esquina izquierda tiene un par de sillones que invitan a tomar una copa después de comer. Una parrilla a la derecha, después de de la barra, donde se elaboran carnes y pucheros contribuye a la calidez de la sala. Una variedad de mesas en formas y tamaño se distribuyen ampliamente para dar cabida a grupos o parejas manteniendo intimidad en cada mesa. Con el punto rústico y moderno, los manteles no existen más allá del plato y la madera es la gran protagonista de la decoración, mesas y barra de nogal, vigas de sabina, sillas de caoba, pino...
Intentamos reservar por teléfono pero la cobertura por el camino no era muy buena así que llegamos y tuvimos que esperar un ratito mientras tomamos una cerveza y un Ribera del Duero, primero en el porche exterior y luego en el sofá del pequeño salón de bienvenida.
La carta no es muy larga, con algún pescado, los platos principales son de carne, setas y pucheros hechos en el fuego de leña.
Platos que pedimos en el Restaurante El balcón del Dulce
Pedimos una botella de Carmelo Rodero Roble, pero no quedaba, nos ofrecieron a cambio La Planta 2017, también D.O. Ribera del Duero. Con el tema de conducir (nosotros íbamos de vuelta a Tarragona desde Madrid) nos quedamos con media botella de vino.
Nos lanzamos a por el cucurucho de torreznos que recien hechos es un pecado que hay que cometer una vez al año. Deliciosos, se disculparon con la presentación porque se habían acabado los cucuruchos. A mi no me gustan los caracoles, pero a Santi le encantan así que pedimos Caracoles de Las Inviernas, una población cercana. Llegaron guisados, blanditos, sabrosos. Como siempre, pruebo uno o dos y sorprendentemente, esta vez me comí una media docena. Para acabar con los entrantes, aprovechando productos de la zona, un plato de boletus edulis que mezclamos con la yema y nos supo a gloria.
Queríamos probar el puchero del día, que era de lentejas, pero después de pedirlo y ya comiendo los entrantes vino el chef, muy joven por cierto, a decirnos que lo sentía mucho pero que no quedaba. Tras el pequeño fallo de comunicación entre la cocina y el personal de sala decidimos quedarnos solo con el cabrito estilo La Cabrera y no añadir nada más recordando que volvíamos a la carretera despúes de comer. La chuletillas estaban impresionantes, frititas con ajo y con patatas, con una mezcla de hierbas para aderezar al gusto. Nos alegramos de no haber añadido más platos a la comida porque este era de un tamaño considerable.
Nos lanzamos a por el cucurucho de torreznos que recien hechos es un pecado que hay que cometer una vez al año. Deliciosos, se disculparon con la presentación porque se habían acabado los cucuruchos. A mi no me gustan los caracoles, pero a Santi le encantan así que pedimos Caracoles de Las Inviernas, una población cercana. Llegaron guisados, blanditos, sabrosos. Como siempre, pruebo uno o dos y sorprendentemente, esta vez me comí una media docena. Para acabar con los entrantes, aprovechando productos de la zona, un plato de boletus edulis que mezclamos con la yema y nos supo a gloria.
Queríamos probar el puchero del día, que era de lentejas, pero después de pedirlo y ya comiendo los entrantes vino el chef, muy joven por cierto, a decirnos que lo sentía mucho pero que no quedaba. Tras el pequeño fallo de comunicación entre la cocina y el personal de sala decidimos quedarnos solo con el cabrito estilo La Cabrera y no añadir nada más recordando que volvíamos a la carretera despúes de comer. La chuletillas estaban impresionantes, frititas con ajo y con patatas, con una mezcla de hierbas para aderezar al gusto. Nos alegramos de no haber añadido más platos a la comida porque este era de un tamaño considerable.
Postres del Restaurante El balcón del Dulce
Nos dejamos vencer por el golosineo y optamos por un coulant de chocolate para compartir. Nos invitaron a una copita de orujo, que yo decliné por el tema conducción, y nos trajeron un postre extra, rosquillas caseras que repartieron por todo el local.
Después del festival dulce, pedimos la cuenta y vimos que se habían olvidado del vino y cerveza de la entrada y añadieron el puchero que al final no había. En la corrección, como disculpa por el error y las molestias por no haber puchero y el cambio de vino, nos invitaron al postre y las bebidas del tiempo de espera para la mesa. Un detalle de agradecer pero no nos sentimos molestos con el cambio de vino ni ninguna otra situación.
Después del festival dulce, pedimos la cuenta y vimos que se habían olvidado del vino y cerveza de la entrada y añadieron el puchero que al final no había. En la corrección, como disculpa por el error y las molestias por no haber puchero y el cambio de vino, nos invitaron al postre y las bebidas del tiempo de espera para la mesa. Un detalle de agradecer pero no nos sentimos molestos con el cambio de vino ni ninguna otra situación.
Resumen de El balcón del Dulce
Un lugar idílico que en vez ser de paso, como en nuestra caso, se merece una visita con calma recorriendo el margen del río Dulce y acabar la mañana con un buen puchero en el restaurante y beber esa copa de orujo tranquilamente frente al hogar y perder la mirada en su chisporrotear.
Los fines de semana de 24-25 nov. 1-2 dic. participan en la III Jornadas Micológicas con un menú degustación con las setas como ingrediente protagonista. Para los que viven cerca, es un plan tentador.